Deciembre
La escritora Evelin Londoño captura la belleza de las fiestas navideñas en Medellín.
Es primero de diciembre en Colombia, y sus calles eufóricas están llenas de nostalgia y alegría. Las ruidosas avenidas están llenas de colillas de cigarro y botellas de alcohol, acompañadas por un ambiente nublado por la pólvora esparcida en el cielo. Esto significa que oficialmente, diciembre en Medellín ha comenzado.
Con sus luces y su ambiente embriagador, diciembre estremece a todos, llenándolos de ilusión. Su música conmueve a muchos, trayendo recuerdos de la infancia, cuando diciembre solía ser más emotivo, especialmente el veinticuatro, una fecha verdaderamente especial y favorita de muchos, pues esperábamos con ansias la llegada del Niño Jesús. Es una tradición religiosa que mi familia me inculcó. Cada diciembre, mi familia se reunía para compartir lecturas, cantos y galletas navideñas. Cada día era un capítulo que conducía a la llegada del "Niño Jesús". Finalmente, el veinticuatro, nacía, y era a la medianoche cuando nos reuníamos alrededor del árbol de Navidad para abrir los regalos. Era hermoso y parecía mágico; genuinamente creíamos que era un regalo concedido.
En diciembre, te acogen en otro hogar como si fueras parte de él. Mi familia se desmoronó cuando mi abuela falleció, pero me integré en una familia que nunca pensé que sería la mía, y me hicieron sentir como si perteneciera. Aunque nunca será igual que antes, he podido compartir conexiones amorosas con otros hogares con los que no tengo lazos sanguíneos. Esto es para mí lo que realmente significa la familia.
La soledad y el malestar son bastante prevalentes durante estos tiempos, y muchas personas beben lo que pueden para adormecer esos sentimientos. Familias y reuniones callejeras, donde a veces las personas terminan tan mal que pierden la conciencia por consumir demasiado alcohol y otras sustancias efímeras. El sancocho no puede faltar; preparan grandes ollas con papas, ñame, zanahorias y, por supuesto, carne. El humo de la leña envuelve a muchos en una corriente de recuerdos y arrepentimientos fugaces.
Eso es diciembre: sentarse en una esquina, tienda o bar y compartir no solo una bebida, sino también conocer un poco más a ese transeúnte desconocido. Apreciar las luces radiantes que parecen transmitir esperanza en toda la ciudad. A veces extrañar a los que ya no están. A veces derramar algunas lágrimas mientras se mira al cielo. Diciembre es realmente todo lo que cada uno es, su esencia y pensamientos, las experiencias acumuladas a lo largo del tiempo.